COLONIA PENAL DE ISMAEL RIVERA L.
Autor: Juan David Orellana;
Edición y corrección: Jerko Esteban Julio
Los libros después de la peste
Carlos Soto Román ha señalado puntualmente la influencia de Kafka en este poemario. La expresión sensible del encierro y los horrores de la dictadura han provocado una tecnificación del hombre, muy parecida a las grandes tecnificaciones del hombre en los pogromos de las Guerras Mundiales. La hecatombe moral, el silencio del grito en las escrituras y la falta de libertad en la(s) prisión(es) es(son) el objeto central del mundo.
El poeta hace carne la expresión dolorosa y desoladora de los hombres injustamente encarcelados que vivieron en la isla Alejandro Selkirk, la Isla Dawson y la Isla Quiriquina. Ismael Rivera L., poeta, cantor y editor, retoma la crítica social desde un punto de vista en el lenguaje. El ámbito lingüístico refleja las limitaciones del grito y del dolor. Es el filósofo y crítico literario Johann Gottfried Herder quien describió en “Ensayo sobre el origen del Lenguaje” (1772) que el origen del habla es necesariamente la expresión más elemental e inteligible: señala que cuando en el comienzo de la vida social de la humanidad, la expresión transversal que permite un lenguaje universal es la provocada por el dolor.
Es la notable Ilit Ferber quien escribe y explica en un artículo, llamado “La violencia del lenguaje: Herder y Sófocles”, la crisis del lenguaje del siglo XX. No existe un lenguaje que permita demostrar el dolor significado, es decir, una ausencia de significante, y que todo escrito
sobre el dolor es un vacío constante.
El poeta Ismael Rivera se adjunta a toda una generación de poetas que integran esta limitancia lingüística dentro de las perspectivas sensibles y proyectos poéticos. Desde ellas describe la falta de lenguaje para describir la realidad. También, surge una fuerte reflexión de la Libertad, asumiendo la imposibilidad de ser libres. Los poemas demuestran la crisis del encierro. Desvirtuando los límites de la libertad, radicalizando su lectura. El encierro no está solamente por el espacio físico (cárcel; penitenciaria; campo de concentración), sino también por la naturaleza. Aquí el cuerpo y las fuerzas naturales como el mar y la tierra son herramientas culturales de opresión. La fuerza política demoníaca del dictador de turno.
La naturaleza desvirtúa sus cualidades (tanto reales como poéticas) para ser un elemento cultural de opresión. Esta falta de límites crea un ambiente vanguardista, donde los cuerpos se vuelven líquidos frente al mundo real. El yo es otro y viceversa. Los elementos naturales y el cuerpo se unifican con la intención de tener (y alcanzar) la libertad e independencia que ellos (el mundo, el mar, la isla) poseen (Ej.: “Una isla es un párpado que al abrirse/ devela el vacío que la circunda”).
Se integra también el concepto existencial del vacío, que permite entender el sentimiento/lenguaje de aquellos hablantes que escriben el texto. Los hablantes, que siempre es un plural, tienen la recurrencia de sobreabundar el espacio, de totalizar y abarcar todo el espacio que se le asigna desde la colonia penal. Es reflejo de ello el texto, puesto que en estructura los poemas no tienen una sobreabundancia de palabras, ni rimbombantes figuras, ya que el lenguaje simple y la necesidad de mimetizarse con el ambiente para no llamar la atención destruyen sus formas de sensibilidad. Es de hecho, una poética de la supervivencia.
Hay una destrucción de la naturaleza como forma poética predominante, estableciéndose la violencia y el grito silenciado como fuerte de cuerpo y existencia al hablante. Los poemas tienen el formato de diálogo secreto entre los presos, de algo que ven en la ventana, o de aquello que añoran, también de lo que sienten en este minuto de silencio. Se enfrentan a la falta de comunicación, pero es el reflejo, es el poema, una forma de expresión única e inequívoca de expresión del dolor. La forma, el metro y el tamaño del poema refleja la pequeñez, la nimiedad como estado de ánimo puro del poemario. No solo no hay elementos que destaquen sobre otros, puesto que todos son diagonalmente universalizados y democratizados en el dolor, sufrimiento, tortura, muerte de los hablantes. Una por una caen, sin más que dejar que el lenguaje. ¿Cómo expresar el grito de un fusilamiento en silencio?