sábado, 12 de julio de 2025

 EL DEPILADOR   DE   FÁTIME  SIME   (EDITORIAL CUNETA 2024)

 

 
 
 
 


     En la sala de espera hay solo una pareja. Están en silencio, inmóviles, como si llevaran horas ahí, como si el tiempo no corriera para ellos. Ella mira hacia el suelo, clavando la vista en un punto invisible; él hacia el pasillo, con la mandíbula tensa, como esperando que algo—o alguien—aparezca. Se escuchan gritos. No muchos, pero suficientes. Secos, punzantes. Ella le toma la mano, con fuerza. Él la abraza sin decir nada. Yo los miro, sin moverme.
Intento escuchar la voz de la secretaria, su tono administrativo, su frialdad necesaria. Pero los gritos me cortan el vientre, me atraviesan como un cuchillo sordo y me hunden el alma.
La secretaria me entrega un papel. Apenas puedo sostener el puto lápiz. Me tiemblan los dedos. Me indican que espere. Solo eso.
Camino hacia uno de los asientos vacíos, lentamente, como si mis piernas no fueran mías. Me siento. La silla está fría. ¿Por qué, de pronto, todo se ha vuelto gris? ¿Cuándo cambió el aire?
La pareja me mira. Sus ojos pasan por mí como si yo no fuera más que un objeto. Luego se vuelven a abrazar, más fuerte esta vez.
¿Qué soy para ellos? ¿Una sombra? ¿Una figura que estorba? ¿Una mujer cualquiera, sola, sentada en una clínica, quizás… a qué?
Pero se equivocan.

No estoy sola. 
 
Y no lo estamos nosotrxs tampoco cuando entramos al universo de El Depilador, la nueva colección de cuentos de Fátima Sime. Cinco golpes directos al cuerpo. Cinco relatos que podrían ser bisturí, espejo o vómito. Sime, que ya nos había dejado una herida abierta con Carne de perra, ahora escarba más profundo: habla de lo que se habla en voz baja, en pasillos fríos, en WhatsApps cifrados, en susurros. Habla del aborto —sí, sin eufemismos—, y lo hace desde las entrañas, con rabia, ternura y un filo que no perdona.

Lo notable de este libro es que el aborto no se reduce a una guerra binaria entre buenos y malos, abortistas y conservadores, hombres y mujeres. No hay bandos ni trincheras moralistas ni políticas que dominen las páginas. La gracia —y quizás lo más valiente— de El Depilador es cómo derriba todos esos juicios impuestos: políticos, religiosos o morales. Sime muestra que en la realidad compleja y dolorosa que viven sus personajes, esas etiquetas se desvanecen. En un mundo donde la convivencia con este conflicto es inevitable, el libro nos recuerda que no hay una respuesta correcta o incorrecta que venga de fuera. La verdad está en cada decisión, en cada experiencia íntima y personal. Y debemos aprender a convivir con nuestra propia opinión y, más aún, con la de los demás.

Los cuentos no buscan complacer. No te entregan respuestas. No hay moraleja. Solo hay cuerpos sangrando, decisiones que se toman o que otros toman por ti, silencios que gritan más fuerte que los parlamentos. Sime nos pone frente a escenas que muchos preferirían ignorar, pero que están ahí, en cualquier barrio, en cualquier cama, en cualquier útero.

Editorial Cuneta vuelve a apostar por la incomodidad necesaria. No hay glamour ni metáfora fácil en El Depilador. La prosa es seca, punzante, con pausas que duelen más que las palabras. Cada cuento es como un cuarto blanco con olor a cloro y luces de tubo. Y sin embargo, en esa crudeza, se cuela lo humano: la duda, la resistencia, el miedo, la soledad.

Este libro no se lee: se enfrenta. Y puede que no te deje dormir tranquilo después. Pero que eso no te asuste: hay libros que vienen a acompañarte, y otros que vienen a abrirte. Este último es uno de esos.
 
 

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