Avanzo por este camino solitario, abriéndome paso entre la niebla. No veo mis huellas, pero algo en mí sabe que ya estuve aquí. Sí, estoy seguro: estos parajes se me revelaron alguna vez, y supe lo que era la felicidad.
Una melodía delicada llega desde algún lugar. Sonidos que me calman, como si caminara bajo el agua o flotara sobre nubes suaves. ¿Será un sueño? No puede ser. O tal vez sí... Y si lo es, no quiero despertar. No quiero volver a abrir los ojos. Solo deseo abandonarme a esta sensación hipnótica, a este frío que me acoge y me abraza como un viejo amigo que había quedado dormido en mis recuerdos. Aunque pensándolo bien, quizás no estoy ni dormido ni despierto. Quizás esto sea el umbral final: el reencuentro con lo que realmente soy y seré para siempre.
Ahora lo recuerdo. Conozco estas melodías. Son de Liminal, el disco que conseguí hace poco del dúo Ciudad de Tar. Compuesto por José Tomás Molina y Marco Avilés, este proyecto te transporta a un lugar que siempre fue tuyo: un refugio íntimo, silencioso, al que por fin has regresado.
Y es que hay discos que no se escuchan con los oídos, sino con la memoria. Con el cuerpo. Con lo que se rompe y se recompone en nosotros. Liminal, el nuevo trabajo de Ciudad de Tar, no es solo un álbum: es una experiencia limítrofe, un umbral. Entre la vigilia y el sueño, entre lo que se nombra y lo que apenas se intuye, este disco se despliega como una cartografía de lo intangible.
El dúo conformado por Marco Avilez y José Tomás Molina no compone canciones; convoca atmósferas. Las guitarras de Marco emergen como ecos de radio que alguien olvidó sintonizar, flotando entre distorsión, niebla y reverberación. Al otro lado, José Tomás construye un lenguaje con sintetizadores, teclas, percusión y clarinete, que parece diluirse y reaparecer en oleadas, como si la música respirara.
Liminal no busca ser comprendido en el sentido tradicional. No hay estribillos que anclar ni fórmulas que repetir. Hay, en cambio, un gesto de invocación, un murmullo que guía hacia un lugar que no aparece en Google Maps ni en nuestros GPS emocionales. Una ciudad invisible. Un mito que se toca por breves instantes.
Y quienes los han visto en vivo lo saben: hay algo más. Una complicidad, sí, pero también un aire de rito, de coordenada compartida. Como si ambos músicos no solo estuvieran tocando, sino también regresando. Como si vinieran de allá.
Liminal podría ser una advertencia, o una promesa. De que todavía existen rincones inexplorados. De que no todo debe decirse en voz alta. De que hay música que no responde, sino que pregunta. Que no ilumina, sino que abre grietas por donde mirar.
Quizás Ciudad de Tar no exista. O quizás ha estado ahí siempre, esperándonos justo al borde, donde la realidad comienza a difuminarse y los sonidos se transforman en territorio.
LIMINAL • Disponible en Pueblo Nuevo Netlabel y en todas las plataformas vía LeRockPsicophonique •
Fotografías @sebastianadlm
Diseño @marcoavilez
Fotografías @sebastianadlm
Diseño @marcoavilez
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