martes, 7 de enero de 2025

 PLEGARIA  DEL  HASTÍO

 


 

 

 

Cuando todo el mundo que habías construido se ha destruido, cuando todos tus ánimos y sueños se han roto y demolido uno tras otro, y a tu alrededor no ha quedado más que cenizas con fuego por lo que la devastación se ha posado con toda su ruina sobre ti y los restos de tu vida, por tanto, no existe plegaria que resuma tu angustia y desconsuelo.

Cuando lo que ha quedado alrededor tuyo es peor que los escombros dejados por una explosión nuclear, el desconsuelo es el aire que respiras, el agua que bebes.

Cuando tus días estorban tanto para ti como para los que te rodean y la muerte por mano propia te mira de lejos y se distancia de ti sin tú poder hacer nada, porque no tienes la voluntad real de suicidarte, entonces tu vida se transforma en una pintura negra del pintor chileno, Rubén Silva, en sus bordes y superficie, por lo que nada puedes hacer.

Si tan solo un grito de auxilio pudieras dar y este llegara a los oídos adecuados que te trajeran paz y consuelo, al menos podrías suicidarte en tranquilidad, lejos de las dudas y las doctrinas de la moral dominante, que impiden que lo hagas.  

Pero si no tienes el valor de quitarte la vida, lo que resta es solo aguantar las embestidas cotidianas de la existencia, embestidas que carcomen tu piel, destruyen tus entrañas, porque Dios te ha abandonado, te ha dado la espalda con indiferencia y nada puede hacerlo cambiar de opinión. Y ni siquiera la mujer imaginaria que construyes a diario en tus momentos más turbulentos, a la que le escribes largos poemas, es capaz de aparecer por esa calle desierta y oscura por la que transitas a diario, sin levantar la mirada. En sí, la vida se ha transformado en una belicosa mierda que te quiere ver destrozado, desechado en una esquina, escupiendo sangre y basura por la boca. Cuando ni la respiración tiene sentido para ti, es hora de abrir y vaciar el sobre de pastillas, y meterte el veneno a como dé lugar por las venas y esperar una muerte soñada que aparezca y te lleve en el sueño.

Nada carcome más que el hastío y el desconsuelo, la catástrofe de haberlo perdido todo, aunque a nadie ya le importe.

Y lejos del valor de acabar con todo de una buena vez, vas al bar de costumbre y te emborrachas con la esperanza de encontrarte con la mujer que a diario ves en tu imaginación y se te aparece como un ángel en tus sueños más dramáticos. Pero solo lo que encuentras es una mesa vacía y un bar lleno de gente borracha, hablando incoherencias. Por lo que la melancolía aparece y empieza a fluir a tu alrededor, inundándolo todo y entregándote visiones de sueños y aspiraciones pasadas, que ya solo existen en recuerdos nublados y casi olvidados por completo. Por lo que decides tomar al seco la mitad de botella de vino que tienes frente a ti. Y al terminar, no haces otra cosa que vomitar encima de la mesa, hasta que el guardia te toma con fuerza, te levanta y lleva al baño, dejándote en el lugar, sin antes darte un fuerte empujón que te hace chocar contra uno de los vidrios de la pared y trisarlo en una de sus esquinas. Todo esto ha concluido, cuando la voz sensual de una mesera se escucha ahí en el baño al lado de tu oído, y te pregunta si estás bien y si volverás a la mesa, para limpiarla antes, te dice. Y cuando la mesera se cruza de brazos y espera a que tú le des una respuesta, no sabes qué decir, y curiosamente le preguntas si puede tomarse un trago contigo. A lo que ella responde que no, porque está trabajando y no acostumbra a beber con clientes, mucho menos cuando estos están borrachos. Dice esto, se mete las manos en el bolsillo del delantal, y se va a limpiar la mesa, que en cosa de minutos está perfectamente limpia de nuevo. Y tú al instante regresas al lugar, te sientas y te vuelves a servir una copa de vino, de la nueva botella, que está lista esperándote. te tomas dos copas al seco y vuelves a sentirse mareado, aunque de manera muy leve aún. Pero te aburres y decides parar de beber, por lo que te paras y sales del bar, con dirección a un taxi que te lleve a tu casa. Y al llegar a tu morada, las ganas de suicidarte, aparecen de nuevo y se quedan contigo un buen rato, pero tú no sabes qué hacer, y lo único que decides es tomar un cuchillo y darte un corte en la muñeca izquierda, Pero el dolor es tan intenso, que corres al baño a echarte agua tibia y te vas a la pieza a acostarte boca abajo en la cama, mientras buscas tranquilizarte. Y todo vuelve a comenzar de nuevo, el hastío lentamente vuelve a aparecer y se acuesta al lado tuyo, y no te deja solo.  

 

Por Rubén Silva

 

 



Rubén Silva 38 años, chileno, profesor de música de profesión, músico, pintor y escritor. Nació en Valdivia. En la actualidad vive en Purranque al sur de Chile.

Ha publicado los siguientes libros:

- Los Neronianos (2012), cuentos, por la editorial Escritores.cl, de Santiago de Chile.

- Blues suicida (2013), novela, por la editorial la Polla Literaria, de Santiago de Chile.

- Los Hijos de Los hombres (2015), cuentos, por la editorial la Polla Literaria, de Santiago de Chile.

- Espacios otros (2016), Poemas, por la editorial Gato Jurel de Santiago de Chile.

- Ishango (2017), Poemas, por la editorial Gato Jurel de Santiago de Chile.

- Las trampas de Dios, auto publicación en Amazon. (2018) en: https://www.amazon.com/trampas-Dios-Spanish-Rub%C3%A9n-Silva/dp/1981098879

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- Cuando los barcos imaginarios están en el fondo del mar y son un pretexto para recordar una mudanza (2024), Poemas, por la editorial la Polla Literaria, de Santiago de Chile.

- Humanoide, de pronta aparición), novela cyberpunk, parte 1. Por la editorial la Polla Literaria, de Santiago de Chile.

- Las trampas de Dios (edición en papel, en Chile), de próxima aparición. Por la editorial la Polla Literaria, de Santiago de Chile.

 

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