martes, 5 de agosto de 2025

 SAMPIERI     PARAISO  (2024)

 

 



       Los días se deshacen tan rápido que la rutina ya no me pesa: simplemente ocurre. Apenas distingo un día del otro, como si el tiempo hubiera dejado de tener bordes. Miro por la ventana a la gente con sus bolsitas saliendo del mall, apretando sus celulares como si en ellos estuviera el sentido de todo. Jóvenes caminando hipnotizados por sus cajitas mágicas, reproduciendo gritos simiescos disfrazados de melodía, saturados de autotune y de cualquier otra baratija tecnológica que jamás logrará ser música. 
 
Y entonces me doy cuenta: nada va a cambiar. Nada de verdad. Intento hablar. Intento gritarles. Pero mi voz ya no es más que un susurro para ellos. ¿Quién va a poner atención a una sola voz, rota y antigua, en un mundo que solo cree en lo que brilla? ¿Quién puede creer en algo que no se puede tocar, que no vibra en una pantalla? 
 
Camino por las calles como un eco. Me deslizo entre la gente, entro en los restaurantes, en las casas, y solo puedo observar. Observar cómo todo se desmorona lentamente, sin que nadie parezca notarlo. Nadie ve las grietas, nadie huele el humo. Y yo, que alguna vez fui parte del ruido, ahora solo puedo mirar cómo el mundo se va apagando… pixel por pixel.

Ese mundo desencantado, digitalizado hasta la médula y anestesiado por el ruido, encuentra un contrapunto —o quizás un eco más lúcido— en Paraíso, el primer larga duración solista de Sampieri. Como si respondiera al lamento de una voz fuera del tiempo, este disco se erige como un espacio donde el sonido recupera su espesor y las canciones vuelven a ser territorio de búsqueda, no de consumo. Grabado entre 2020 y 2024 en Estudios La Tostadora por Luis Rosales, el álbum lleva en su ADN el pulso lento y profundo de las obras que maduran al margen de las urgencias del mercado.

Las ocho canciones que componen Paraíso no solo dialogan con géneros y tradiciones diversas (de las bandas sonoras italianas al ambient jazz, pasando por la nueva canción latinoamericana y la world music), sino que construyen un paisaje sonoro de alta carga narrativa. Es un disco que no busca hits, sino atmósferas; que no ofrece estribillos pegajosos, sino escenas que se despliegan como fragmentos de una película interior.

“El bosque de Babel” abre con una melancolía que no se victimiza, sino que observa. “Jaurías”, por su parte, retrata un país convertido en un mall sin fin, una distopía que se parece demasiado al presente. Y “Drones” es una rumba espectral donde Santiago, tras un suceso galáctico, se transforma en un pueblo habitado por espíritus que intentan comunicarse con los vivos. En cada tema, Sampieri parece componer no solo con instrumentos, sino también con el clima de una época y la sensibilidad de alguien que aún cree en el poder de la canción como resistencia.

“El título representa el anhelo de otro mañana”, dice el propio Sampieri. Y quizás ahí está la clave de este disco: en medio del colapso, del humo invisible, de las pantallas brillantes y vacías, Paraíso no es un lugar al que se llega, sino un ejercicio de esperanza. Un gesto de creación paciente en tiempos de inmediatez y olvido.

La presentación en vivo —anunciada para el segundo semestre— será además el lanzamiento del videoclip de “Jaurías”, dirigido por el artista visual Francisco “Papas Fritas”, otro gesto de coherencia artística en un proyecto donde todo parece estar tejido con una visión clara y profundamente personal.

Con una trayectoria que abarca más de dos décadas en bandas como Aves de Chile, Los Embajadores y El Cóndor & el Huemul, Sampieri da en Paraíso un paso firme hacia una obra que, más que un debut solista, se siente como un manifiesto. Uno que no necesita gritar para hacerse escuchar. Solo hace falta detenerse un momento, bajar el volumen del mundo y dejarse llevar.
 
 
 

 

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