CALICATA DEL MAÑANA
VERÓNICA ARÉVALO GUTIERREZ (EDITORIAL TRAZOS DE AVES 2025)
Hay libros que no se leen: se hurgan, como si fueran tierras removidas en busca de una raíz que aún respira. Calicata del mañana, publicado por Trazos de Aves en este 2025, es justamente eso: una excavación en la carne futura del planeta, una exploración que deja las manos manchadas de polvo distópico. Verónica Arévalo Gutiérrez no imagina un porvenir lejano, sino un eco ampliado del presente: ciudades-fortaleza expulsando cuerpos inútiles al desierto, sociedades hambrientas de agua y afecto, un mundo partido en dos como una geoda triste. Lo inquietante no es la devastación, sino reconocer en ella el mismo latido torcido que arrastramos hoy.
En el futuro, nuestro planeta no será el mismo. Nuestra falta de conciencia y nuestra codicia habrán pasado factura. La humanidad enfrentará la escasez hídrica y la falta de alimentos adecuados. Las ciudades se transformarán en fortalezas ultramodernas que expulsarán a quienes no logren adaptarse, a quienes ya no sean considerados necesarios. Surgirá un mundo dividido entre poderosos y despojados, entre afortunados y olvidados, avanzando con paso implacable a través de desiertos y campos devastados… aunque, pensándolo bien, quizá no sea un escenario tan nuevo.
Cada uno de los cuentos que conforman esta colección nos habla desde un futuro distópico que intenta recomponer lo que queda tras sobrevivir a los errores del pasado. Son voces femeninas las que narran estas historias, mujeres que se erigen como protagonistas de sus propias luchas, sus pérdidas y sus resistencias. A través de ellas, este libro nos invita a reflexionar sobre lo que podríamos llegar a ser… y sobre lo que aún estamos a tiempo de evitar.
La autora arma su distopía con piezas de ciencia ficción tan nítidas como crudas: viajes espaciales que no prometen salvación, seres cibernéticos cuya humanidad estalla en zonas imprevistas, encuentros con lo desconocido que funcionan como espejos deformantes de nuestra propia fragilidad. La frontera entre lo real y lo extraordinario se vuelve un glitch, una interferencia que abre paso a lo especulativo sin perder nunca el pulso humano. La prosa es accesible, sí, pero nunca complaciente; invita tanto al lector experimentado como a quien se aventura por primera vez en las geografías inciertas del género.
Quizás la fuerza del libro radica en la vida misma de su autora. Verónica Arévalo Gutiérrez —historiadora, trabajadora de la educación formal y popular, caminante de los territorios rurales del norte chileno— escribe desde un cruce donde lo íntimo y lo comunitario son la misma respiración. Su recorrido por la investigación, la gestión comunitaria y la creación narrativa se siente en cada cuento: hay memoria social, hay polvo real, hay cuerpos que conocen el peso de habitar un lugar en conflicto. Calicata del mañana es la prueba de que la ciencia ficción latinoamericana, cuando nace desde la tierra y no desde el laboratorio, puede ser sagrada, brutal y luminosa a la vez. Una advertencia y un abrazo. Un mañana que duele… pero aún late.
En el futuro, nuestro planeta no será el mismo. Nuestra falta de conciencia y nuestra codicia habrán pasado factura. La humanidad enfrentará la escasez hídrica y la falta de alimentos adecuados. Las ciudades se transformarán en fortalezas ultramodernas que expulsarán a quienes no logren adaptarse, a quienes ya no sean considerados necesarios. Surgirá un mundo dividido entre poderosos y despojados, entre afortunados y olvidados, avanzando con paso implacable a través de desiertos y campos devastados… aunque, pensándolo bien, quizá no sea un escenario tan nuevo.
Cada uno de los cuentos que conforman esta colección nos habla desde un futuro distópico que intenta recomponer lo que queda tras sobrevivir a los errores del pasado. Son voces femeninas las que narran estas historias, mujeres que se erigen como protagonistas de sus propias luchas, sus pérdidas y sus resistencias. A través de ellas, este libro nos invita a reflexionar sobre lo que podríamos llegar a ser… y sobre lo que aún estamos a tiempo de evitar.
La autora arma su distopía con piezas de ciencia ficción tan nítidas como crudas: viajes espaciales que no prometen salvación, seres cibernéticos cuya humanidad estalla en zonas imprevistas, encuentros con lo desconocido que funcionan como espejos deformantes de nuestra propia fragilidad. La frontera entre lo real y lo extraordinario se vuelve un glitch, una interferencia que abre paso a lo especulativo sin perder nunca el pulso humano. La prosa es accesible, sí, pero nunca complaciente; invita tanto al lector experimentado como a quien se aventura por primera vez en las geografías inciertas del género.
Quizás la fuerza del libro radica en la vida misma de su autora. Verónica Arévalo Gutiérrez —historiadora, trabajadora de la educación formal y popular, caminante de los territorios rurales del norte chileno— escribe desde un cruce donde lo íntimo y lo comunitario son la misma respiración. Su recorrido por la investigación, la gestión comunitaria y la creación narrativa se siente en cada cuento: hay memoria social, hay polvo real, hay cuerpos que conocen el peso de habitar un lugar en conflicto. Calicata del mañana es la prueba de que la ciencia ficción latinoamericana, cuando nace desde la tierra y no desde el laboratorio, puede ser sagrada, brutal y luminosa a la vez. Una advertencia y un abrazo. Un mañana que duele… pero aún late.
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