CLEPTÓMANO – HÉROES (2025)
Por Gonzalo Vilo
Un collage sónico para tiempos de ruina
En un panorama nacional saturado de bandas que suenan más a playlist de algoritmo que a rabia real, Cleptómano se descuelga con Héroes, un disco instrumental que no busca likes ni premios, sino incendiar cabezas. Con apenas 26 minutos de duración, este debut es una patada sonora en formato corto, un manifiesto sin panfleto y sin necesidad de cantar para que se escuche.
Héroes no es un disco fácil. Es un viaje fragmentado, distorsionado, urbano y poético, armado como si Godard se hubiera metido al estudio con una MPC y una tonelada de vinilos rayados. Cada track parece un mensaje cifrado, un testimonio de que el arte todavía puede ser un acto político y punk sin sonar a punk.
El sampleo de Gabriela Mistral en “Alas de Sal (Nobel)” no es un gesto gratuito: es una declaración. La poeta resuena desde otra época como un eco incómodo, mezclada con guitarras descompuestas y beats arrastrados, como si lo viejo y lo nuevo se tomaran una piscola amarga a las tres de la mañana en Plaza Egaña. En “Gracias por decirme Puta”, el sarcasmo y la violencia simbólica se convierten en música; no hay redención, hay confrontación. “Moscow Calling (Gorbachov)” es una postal de la Guerra Fría con ruido blanco, y “Tango Bar” parece sacado de una radio fantasmal en una cantina de otro tiempo.
Fiel a su nombre, Cleptómano no pide permiso: toma lo que quiere, como lo hizo con la carátula de Survivor de Bob Marley, apropiándosela como un acto de arte y resistencia. La portada censurada, robada descaradamente del Survivor de Bob Marley, no es un chiste ni una provocación vacía. Es coherencia estética: apropiarse de lo icónico para darle otro significado. Como si Cleptómano dijera “esto también es nuestro, aunque nos lo nieguen”.
El disco no busca complacer a nadie. No tiene un single claro, ni una estructura tradicional. No hay coros pegajosos ni feats de moda. Lo que hay es urgencia, rabia y memoria. Cleptómano no quiere sonar bonito; quiere sonar verdadero. Y en ese ruido, encontramos algo que muchas bandas chilenas han perdido: identidad.
Una joya bastarda del underground. Escúchalo antes que lo borren.
Héroes no es un disco fácil. Es un viaje fragmentado, distorsionado, urbano y poético, armado como si Godard se hubiera metido al estudio con una MPC y una tonelada de vinilos rayados. Cada track parece un mensaje cifrado, un testimonio de que el arte todavía puede ser un acto político y punk sin sonar a punk.
El sampleo de Gabriela Mistral en “Alas de Sal (Nobel)” no es un gesto gratuito: es una declaración. La poeta resuena desde otra época como un eco incómodo, mezclada con guitarras descompuestas y beats arrastrados, como si lo viejo y lo nuevo se tomaran una piscola amarga a las tres de la mañana en Plaza Egaña. En “Gracias por decirme Puta”, el sarcasmo y la violencia simbólica se convierten en música; no hay redención, hay confrontación. “Moscow Calling (Gorbachov)” es una postal de la Guerra Fría con ruido blanco, y “Tango Bar” parece sacado de una radio fantasmal en una cantina de otro tiempo.
Fiel a su nombre, Cleptómano no pide permiso: toma lo que quiere, como lo hizo con la carátula de Survivor de Bob Marley, apropiándosela como un acto de arte y resistencia. La portada censurada, robada descaradamente del Survivor de Bob Marley, no es un chiste ni una provocación vacía. Es coherencia estética: apropiarse de lo icónico para darle otro significado. Como si Cleptómano dijera “esto también es nuestro, aunque nos lo nieguen”.
El disco no busca complacer a nadie. No tiene un single claro, ni una estructura tradicional. No hay coros pegajosos ni feats de moda. Lo que hay es urgencia, rabia y memoria. Cleptómano no quiere sonar bonito; quiere sonar verdadero. Y en ese ruido, encontramos algo que muchas bandas chilenas han perdido: identidad.
Una joya bastarda del underground. Escúchalo antes que lo borren.
Disponible en todas las plataformas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario