HERALDICA DE MANDRAKE
NUNCA BASTO CON REZAR
Por Gonzalo Vilo
Hay discos que consuelan. Este no. "Nunca bastó con rezar" no viene a rescatarte: viene a hundirte con elegancia en el barro del fin del mundo. Heráldica de Mandrake regresa con un manifiesto sonoro que es tanto un funeral como una declaración de guerra espiritual.
Desde el primer acorde queda claro: esto no es doom al uso. Es doom con nervio y con alma. La banda arrastra el género por pasadizos donde huele a moho, ceniza vieja y devoción torcida. Es un álbum que respira teatralidad lúgubre, casi sacra, donde cada redoble y cada alarido parecen surgir desde mausoleos íntimos.
Esta banda no interpreta: canaliza. La guitarra no acompaña, sermonea; la batería no marca el ritmo, invoca presencias; el bajo no sostiene, exorciza. Cada instrumento opera como un conducto, cada ejecución como un acto de fe en una liturgia oscura y poderosa.
Lo que proponen es un descenso estético sin promesas ni alivio. No hay consuelo, no hay futuro, pero sí una belleza corrosiva que lo justifica todo. Con una producción minuciosa y un máster quirúrgico desde Estudio Nutopia, el sonido resulta tan nítido como una alucinación: cada textura está calibrada, cada silencio pesa tanto como un golpe certero.
¿Es doom? Sí, pero desfigurado. Hay momentos de expansión ambiental, atmósferas que rozan lo místico, rupturas sonoras que alteran la forma sin colapsarla.
"Nunca bastó con rezar" no es un disco para todos. Es un disco para los que entienden que la fe no salva y que la música, a veces, tampoco consuela. Pero sí arrastra. Y en estos tiempos, ser arrastrado con estilo por el lodo sonoro de Mandrake, es casi una bendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario