SUPERSORDO - DEMONIO 97 (VINILO)
Por Gonzalo Vilo
Por algún rincón lleno de polvo y telarañas del alma, todos sabíamos que esto iba a pasar. Que en algún momento, el puto Demonio 97 iba a salir del mito oral entre punks exiliados de la norma y volvería, no como nostalgia, sino como cachetada. Supersordo no vuelve: revienta. Y lo hace como lo que siempre fue: un bicho negro, ruido puro, vómito con distorsión.
Escuchar un disco del pasado es como abrir un portal en el tiempo.
Los riffs que alguna vez te sacudieron, se transforman en algo más poderoso: un golpe directo a la nostalgia. Desde lejos se escuchan sonidos abyectos, venenosos, y alaridos caóticos que te llaman desde una época en donde la identidad no se tranzaba. Esta no es una reedición para coleccionistas tibios: es un retorno a una trinchera emocional que sigue abierta.
Los temas del Demo 97, junto a las grabaciones del compilado Uno de la Corporación Fonográfica Autónoma, suenan como si hubiesen sido grabados con cuchillos. Nada aquí es suave. Todo está al borde del colapso. Baterías que parecen terremotos, bajos viscosos como sangre coagulada, guitarras que no tocan: destruyen. Y al centro, esos alaridos: no se cantan letras, se vomitan visiones.
Rodrigo "Katafú" Rozas firma el arte visual, y uno siente que cada línea fue dibujada con rabia contenida desde el 97. Porque esto es eso: el reventón final de una banda que nunca fue parte del juego, que nunca pidió permiso para gritar. El insert con fotos inéditas y el texto de Ricardo Vargas son la lápida escrita en lápiz mina sobre la tapa del ataúd: elegante como una patada en el pecho.
Y es que los 90 no fueron vintage ni retro. Fueron sudor, miedo y ruido. Mientras algunos jugaban a ser alternativos, otros como Supersordo escupían verdad en los micrófonos de mala muerte de tocatas de sótano. Mientras MTV ponía a las bandas del momento, acá se incendiaban las venas con Panico, Duna, Fiskales y esta cosa amorfa, densa y honesta que fue Supersordo.
¿Por qué importa este vinilo? Porque no todo el rock chileno fue guitarras limpias y letras de desamor con chaleco de lana. Porque había monstruos. Porque había verdad. Porque Supersordo no quería gustarte, quería despertarte a gritos. Y ahora que Demonio 97 vuelve, más que escucharlo, te obliga a recordar que alguna vez estuviste vivo.
No es un disco para todos. Nunca lo fue.
Pero si todavía te queda un poco de alma sin vender,
déjala sangrar en este vinilo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario